Tal día como hoy, hace diez años, tomé estado. Desde entonces llevo sobre mis hombros «esa cruz vitalicia» que, a juicio del riojano Urbán Izquierdo cuando daba su consentimiento a su hijo Vicente en 1784, es el matrimonio.
Quiero celebrar el aniversario de esta cadena perpetua que me autoimpuse hace hoy justamente diez años, y de la que todavía no sé cuántos años me quedan, con esta carta conservada en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla, Fondo Arzobispal, Vicaría, Matrimonios ordinarios, legajo 3300.
Ezcaray, y julio 29, de 1784.
Querido hijo,
He visto tu carta de 21 de julio último y a su contenido digo que mediante lo que me manifiestas en ella, y atendidas las circunstancias de mi Señora Doña Mariana de Oceja y Bodelón y por consiguiente las de sus padres, no puedo menos de presentar mi anuencia para que te cases con dicha señora como apeteces, pues siendo esta señora hija de padres honrados y de buenas costumbres que no tienen diferencia y si igualdad a las tuyas, haría yo muy mal en oponerme a lo que manda Nuestra Santa Madre Iglesia en esta inteligencia.
Manifiesta a esta señora y sus padres lo mucho que he celebrado el parecido que de ti han hecho, el cual me deja muy obligado y deseoso de sus órdenes para obedecerlas.
Así te encargo muy de veras que cumplas como Dios manda con el estado que vas a tomar, que es una cruz vitalicia y de mucha responsabilidad para con Dios; éste te guarde y te dé las luces que necesitas para conservar dicho sacramento como manda la Iglesia y desea tu padre y tu madre que no puede ser más largo y te quieren de corazón.
Nuestro Señor dilate tu vida muchos años.
Tuyo siempre,
Urbán Izquierdo Crespo.
Querido hijo Vicente Izquierdo Espinosa.
Se ruega a los familiares, amigos y lectores de este blog se sirvan de los comentarios a este post y redes sociales para ayudar a aliviar la carga de la cruz vitalicia que lleva el autor de estas líneas.
Pero qué dices, si hacéis muy buena pareja. Os conocí a los dos y digo como en aquella época de la entrada: «doy fe». Un abrazo!