Me salto el título La matanza de Rechnitz porque creo que el original en alemán tiene mucha más fuerza (Und Was Hat Das Mit Mir Zu Tun? / ¿Y qué tiene que ver esto contigo?), que es lo que le pregunta Maxim Biller a Sacha Batthyany cuando éste le habla sobre aquella matanza de 180 judíos protagonizada por su tía abuela, Margit von Thyssen-Bornemisza (1911-1989), en 1945.
Esta obra, traducida por Fernando Aramburu y editada por Seix-Barral, a diferencia de otras historias familiares que he comentado aquí tiene mucho que ver con la metagenealogía de Jodorowsky y con la posmemoria de Marianne Hirsch: “Decir Rechnitz equivale a no decir nada (…) Ahora intentan liberarse de las cadenas del pasado (…). Retirar los escombros del alma (…) es tarea de los nietos. (…) Yo ya había leído que los traumas se transmiten, especialmente los de los abuelos a los nietos; pero, a decir verdad, no terminaba de creérmelo (…). Algo de suma importancia ocurrió en mi vida antes de que yo viniera al mundo. ¿No es demencial?”
Como el autor reconoce, aquella matanza fue lo que lo acercó a su familia por lo que emprende una intensa búsqueda para averiguar cómo nos moldean los hechos del pasado y para la que va a contar con la ayuda de su psicoanalista, Daniel Strassberg, que lo confronta y le dice que el punto central de su vida, de su presente, se encontraba en el pasado, y de Mirta Kupferminc, quien cree que “crecimos con la sensación de que el pasado doloroso condiciona nuestra existencia actual. Es nuestra herencia. Siempre ha estado presente, en casa minuto de nuestra infancia, en cada hora se nuestra juventud, en casa día de nuestra vida.”
La biografía de la tía Margit es lo de menos en este libro. Las historias de sus abuelos, de Sárosd (Hungría), del matrimonio Mandl, Auschwitz-Birkenau, el gulag… se entretejen con los diarios de su abuela Maritta Batthyany, y de Agnes Kupferminc, que imprimen mucho ritmo a la obra cuando los acontecimientos aceleran el fin de la guerra. La historia de los Batthyany se entrecruza con la de los Rajk, el régimen de Rákosi, Nagy, Kádar… hasta que los Batthyany abandonan Hungría tras la revolución de 1956 y van a parar a Lugano, Suiza, a casa de tía Margit y tío Ivan Batthyany… donde la vida discurría con total normalidad, ocultando aquel episodio que había tenido lugar en las últimas semanas de guerra en Europa.
Termino con unas palabras del propio Batthyany: “Se podría empezar de cero, sin arrastrar ninguna carga antigua. Ahora bien, ¿cómo se logra esto? No es posible negar las propias raíces ni tirar el pasado a la basura. ¿O sí se puede? Probablemente habría que entender primero de dónde venimos y quiénes somos antes de intentar un nuevo comienzo. La cinta sólo podrá cortarla quien la vea brillar ante sí como las marcas de las pistas de aterrizaje de los aeropuertos por la noche. En fin, dejémoslo por hoy. Tampoco tiene demasiada importancia.”