Archivos, 234: Archivo Municipal de La Rinconada.

Se nota, y mucho, cuando a una persona le gusta y disfruta con su trabajo. No lo digo por mí. Hablo de Teresa López Arandia, la archivera municipal de La Rinconada. La atención que me ha dispensado en el par de ocasiones que he visitado su archivo ha sido excelente. Desde mi punto de vista, lidiar con un archivo fundamentalmente administrativo, consecuencia del crecimiento de La Rinconada durante las últimas décadas, no debe ser tarea fácil, por lo que se agradece la atención dispensada a investigadores que, como yo, solicitamos la consulta de los fondos del Antiguo Régimen que conserva este archivo.
Hace ya algunos meses tuve que recurrir de nuevo a este archivo. Me encontraba realizando la historia de una hacienda de olivar con tierras en su término municipal. Llamé a Teresa para consultarle qué tipo de documentación, además del Catastro de Ensenada, que ya conocía, podría utilizar en la investigación que estaba llevando a cabo. Rápidamente revisó la serie de amillaramientos del siglo XIX y me facilitó imagen digital de aquellos en los que había algunas referencias a las tierras que pertenecían a esta hacienda.

A mediados del siglo XVIII, La Rinconada pertenecía a la tierra de la ciudad de Sevilla; tenía un extenso término municipal, con casi 30.000 aranzadas pero una escasa población: sólo 62 vecinos en la villa y seis en la casería de los Solares, “que nombran aldea”, según las Respuestas Generales, conservadas en el Archivo General de Simancas y consultables online, de los que sólo tres o cuatro personas, de las familias Cano y Garrido Becerril, pertenecían al estado noble. Pocos años después, en 1780, se afirma que no había en el pueblo “más que tres vecinos que gocen el fuero de hidalguía”; y en 1800, a las familias citadas se suman los Mantilla y los Herrera Gil.
Antes había estado en el Archivo Municipal de La Rinconada para revisar las actas capitulares con objeto de recabar información para mi libro Hidalguías del Reino de Sevilla, en el que recojo la genealogía de aquellas personas que fueron recibidas en el estado noble en dicha villa en el Antiguo Régimen. Los años que consulté entonces no llegaban a un centenar y cubrían tan sólo un tercera parte del siglo XVIII y el primer tercio del siglo XIX excepto 1810 y 1812. Se conservan cuadernillos de otros quince años sueltos, cuyo mal estado no permitían su consulta: 1674, 1716, 1725, 1727, 1730, 1733, 1742, 1744, 1750, 1753-1754 y 1768.

En La Rinconada, donde existía la mitad de oficios, el reducido número de vecinos nobles y el recibimiento de forasteros en dicho estado generó problemas a la hora de elegir los oficios anuales. Hasta la Real Audiencia de Sevilla tuvo que tomar cartas en el asunto en 1780. Veinte años después, todavía se recordaba que la Audiencia había ordenador que no se diesen los empleos por el estado noble a las personas que no fuesen vecinos domiciliarios ni residentes en la villa. En cumplimiento de la Real Provisión de 1780, y ante la falta de sujetos nobles que no cumpliesen los requisitos que exigía la elección de los mismos, el cabildo hubo de nombrar a personas del estado general para desempeñar oficios por el estado noble, aunque “en depósito”. Y lo mismo sucedió en las elecciones de 1801 por “no ser posible hacer las propuestas guardándose dichas cualidades, por ser un pueblo pequeño, estar enlazados los vecinos unos con otros, ser todos los más deudores a los caudales públicos y pósito, y no todos a propósito para dichos cargos, bajo cuyo supuesto procedería por su parte a hacer dichas propuestas en el mejor modo posible” (Archivo Municipal de La Rinconada, Leg. 3. Actas capitulares de 1800-1801).