Termino el verano como lo inicié, pasando mis horas con la historia de una familia. Es la historia de una familia judía en Alemania durante el siglo XX en un libro «que apunta más allá del siglo XX». En esta ocasión, los Benjamin.
Afirma su autor, Uwe-Karsten Heye, que «escribir sobre los Benjamin significa sumergirse en el sangriento siglo XX. Significa también encontrar la propia posición en un periodo marcado por dos guerras mundiales y la dictadura nazi. Para mí los Benjamin son -de diferentes maneras- testigos fascinantes de la historia alemana reciente. Georg y Walter Benjamin hubieron de pagar su resistencia con la vida.«
Este libro es similar a los que os recomendé hace un par de meses pero, a diferencia de Stein, Sznajderman o Schwarz, la autora de Los amnésicos, libro con el que guarda gran similitud, Heye no escribe sobre su propia familia sino sobre una familia berlinesa de origen judío, los Benjamin, con los que no parecer tener parentesco alguno (al menos, no lo dice) pero con los que, es evidente a lo largo de la obra, empatiza. No en vano, afirma que «aunque solo he podido encontrarme con Georg en sus cartas y en los recuerdos escritos por Hilde, tengo una sensación de cercanía».
El libro gira en torno a los tres hermanos Benjamin, Walter, reconocido filósofo y «un gran alemán al que los alemanes habían expulsado en esta época horrible de profunda quiebra cultural«; Dora, «la hermana pequeña minusvalorada a la que no se toma en consideración (…) una mujer adelantada a su tiempo» y cuyo capítulo que Heye le dedica debe mucho al trabajo de Eva Schöck-Quinteros, profesora de la Universidad de Bremen; Georg, médico que, tras una década en prisión, murió en la valla electrificada del campo de concentración de Mauthausen en 1942; su esposa, conocida como Hilde, la sanguinaria, o la roja, o una de las dos únicas ministras de la RDA en sus más de cuarenta años de existencia; y el hijo de ambos, Michael, quien «marcado por el drama de la historia familiar» y, al mismo tiempo, encargado de salvaguardarla, escribía una carta al Berliner Zeitung en 1994 en la que decía que «los Benjamin son una generación de comerciantes, fabricantes y libreros, rabinos, hombres de letras y médicos, pequeños y grandes burgueses, conservadores, liberales y revolucionarios, que están asentados en Alemania desde hace al menos trescientos años«. Y es inevitable ver en la relación epistolar que Georg mantuvo con su pequeño hijo Mischa, en la que nos sumerge Heye, cierto paralelismo con la relación de Guido y Giosué, los protagonistas de La vida es bella, en el campo de concentración.
Esta obra, publicada originalmente en alemán en 2014, ha sido publicada en español por la editorial Trotta el pasado año y ha sido reseñada, entre otros, por Adrián Magaldi en la revista Brocar, además del pequeño espacio que le dedicó La aventura del saber, programa emitido por La 2 de Televisión Española.
Como Los amnésicos esta obra trata sobre cómo «se sepultó, y por muchos años, la memoria de la quiebra de la civilización que se produjo en la época hitleriana«, prestando especial atención a las diferentes formas en las que las dos Alemanias, la RFA y la RDA, y posteriormente la Alemania reunificada, abordaron su común pasado nacionalsocialista. Y esa memoria a la que se refiere el autor es, en palabras del propio Walter Benjamin, la memoria de los sin nombre porque “es más difícil honrar la memoria de los que no tienen nombre que la de los hombres célebres” y a ella estaría consagrada la construcción histórica.
Termino esta entrada enlazando esta conversación que, con motivo del 80 aniversario de la muerte de Walter Benjamin en Portbou, Gerona (serán 81 en unos días), fue organizada por el Centro Sefarad Israel y en la que participa Jordi Maiso, profesor de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y traductor de esta obra, que os recomiendo.