En más de una ocasión hemos hablado aquí de los expedientes de limpieza de sangre, que no debemos confundir con expedientes de hidalguía o ejecutorias de nobleza, así como de archivos de órdenes religiosas. Hoy escribo de ambas cosas a la vez: los expedientes de limpieza de sangre de la Orden de Mínimos de San Francisco de Paula en los antiguos reinos de Valencia y Murcia.
Y lo hago siguiendo el artículo de M.ª Cruz Farfán Navarro publicado en Estudis. Revista de Historia Moderna en 1989, cuyos artículos a texto completo están disponibles online. En él se presenta una relación “de 184 expedientes de limpieza de sangre, vida y costumbres de los aspirantes y novicios de la Orden de Mínimos de San Francisco de Paula en los antiguos reinos de Valencia y Murcia, documentación inédita que se guarda en el Archivo del Reino de Valencia, sección de Clero, serie Conventos Valencia: San Sebastián (…)”. Las fechas extremas van de 1588 a 1806 y terminaron en dicho archivo como consecuencia de la desamortización religiosa de Mendizábal y de la destrucción del convento de San Sebastián de Valencia en 1840, tras pasar por el de la Delegación de Hacienda de dicha ciudad, y al que habían llegado procedentes de otros conventos de la misma Orden en Alacuás, Castalla, la Pobla, Viver, Muchamiel, Almoradí, Ondara y Jávea.
Como sabemos, y la bibliografía a este respecto es abundante, este tipo de expedientes acreditaban la limpieza o pureza de sangre de la persona que pretendía ingresar en una corporación, ya fuese municipal o catedralicia, universidad o, como es el caso, una orden religiosa; es decir, debía acreditar que no descendía de moros, judíos, herejes o penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición. Y el pretendiente lo hacía mediante la presentación de una serie de testigos que debían declarar si sabían que el interesado era hijo legítimo y si había conocido a sus padres y abuelos y que estos no descendían de moros, judíos, etc… y si tenía deudas, si era libre o esclavo, si entraba en religión libre o forzado por alguien o si tenía alguna enfermedad oculta o incurable.
En el anexo que acompaña al citado artículo consta, además del nombre del postulante o novicio y de su naturaleza y vecindad, la fecha del expediente así como el tipo documental del mismo (proceso civil, información de testigos o escritura notarial). Ya sabéis que, a falta de archivos parroquiales, municipales o notariales, este tipo de fuentes, en caso de encontrar a algún pariente colateral, puede ayudarnos a continuar nuestra genealogía. En mi caso, no he encontrado a ningún posible pariente de mis antepasados valencianos y murcianos.